miércoles, 16 de marzo de 2011

La culpa


Hoy en esas iluminadoras tardes de chicas (con manicure incluida), me tiré una frase para el bronce “la culpa siempre juega, la idea es que sea a tu favor y no en contra”. El contexto da lo mismo, porque la máxima se aplica en todos los casos habidos y por haber, es lo que comúnmente como “dar vuelta el pastel”.

Aunque la gente a veces en las discusiones diga: da lo mismo quien tiene la culpa, no es cierto. El culpable es el que se mandó el cagazo y por tanto a quien hay que colgar. Cuando se trata de relaciones el tema de la culpa es parte del terreno diario. Desde las relaciones amorosas previas, la carga familiar hasta una mínima llegada tarde, son fundamentales a la hora de la discusión aunque sea suave.

Aclaro que la culpa es relativa, uno no es culpable hasta que se demuestre lo contrario o se sienta como tal. Si usted se siente culpable, lo es y no se haga la víctima, mejor hágase la loca.

Cuando la culpa recae sobre la otra persona, y es justo, uno puede restregar en la cara esa situación o simplemente alivianarla con palabras de aliento o bajándole el perfil al tema. Pero cuando la culpa recae sobre uno, hay dos opciones: ponerse el poncho y asumir la responsabilidad o simplemente, soplarla un poco y esparcirla: directamente a la otra persona o a las circunstancias. Lo importante, es saber ocuparla. No digo que haya que victimizarse, o sea en caso de que sea necesario… es una opción, un recurso medio desesperado. Pero uno puede tirar la culpa hacia el lado sin necesariamente quedar como víctima, con los argumentos precisos, es lo más fácil que hay.

Típico: te mandaste un cagazo con tu pololo, tu pinche, el casero o tu objeto de interés. E inmediatamente viene esta nubecita negra llamada “culpa” la cual es invocada por tu conciencia sin pedirte permiso. Entonces uno empieza a pensar los pasos a seguir y al final, de esta decisión que solo cuenta con un par de segundos, depende el quien es quien en la foto de arriba.

0 comentarios:

Publicar un comentario