lunes, 23 de agosto de 2010

SPH (Síndrome del Perrito Huacho)*


Tenía tantos temas pensados para esta próxima entrada y tan poco tiempo para escribir, que terminé olvidando varios. Ustedes saben, la memoria es frágil. Había adelantado algo en la entrada dedicada a las “Relaciones Utilitarias”, pero creo que no fue lo suficiente. Como investigadora de este padecimiento (observadora e incluso experimenté conmigo misma), comenzaré a responder algunas de las preguntas típicas.

¿Qué es el SPH?

El SPH es más conocido por el Síndrome del Perrito Huacho. Este malestar no discrimina género, edad ni condición social. No tiene ningún tipo de manifestación física, solo psicológica y para su tranquilidad… si tiene cura.

¿Por qué se llama Síndrome del Perrito Huacho?

Aunque usted no lo crea, no se me ocurrió simplemente porque sonaba simpático, si no que es base de una comparación observable.

Si usted va caminando por la calle y ve uno de estos canes sin dueño ni hogar y le hace cariño, que sucede? El can en cuestión te seguirá, pensando que lo quieres contigo, hasta que lo debas echar o simplemente ya no pueda acompañarte más. Ahora viene la comparación a la vida de las relaciones humanas. Cuando uno está soltera (con o sin ganas de tener algo) y repentinamente llega un personaje, con quien comienzas a salir, a tomar, comer, pasarlo bien, conversar y otras cosas (más de dos veces) suele suceder que se malinterpretan las cosas, al igual que el perrito huacho, creemos que esa persona nos quiere con él.

¿Por que pasa esto?

La explicación es que culturalmente, tal como los perros son animales domésticos, nosotros somos seres “emparejados” al menos, según lo que me han dicho, es lo “natural”: media naranja, cada oveja con su pareja, y cuanto dicho popular para afirmarnos que cada uno tiene otro por ahí dando vuelta, el único problema es que hay que encontrarlo. Lo mismo que, se supone, sabe el perrito: debe haber algún dueño, como sé si alguno de estos es mi dueño? Lo seguiré, si tengo suerte puede ser él.

¿Hay solución?

A diferencia del problema real de los perros vagabundos, nosotros si tenemos opción. Como decía más arriba, no todo está perdido, así que comience a relajar los hombros. No es necesario que como mucho de esos canes, muera atropellado por algún camión, siguiendo a alguno de estos falsos dueños. Aunque es decisión suya, lo que yo propongo, es verse uno mismo, no como un perrito huacho, si no simplemente, como un perro salvaje… una hiena que no necesita seguir a nadie en busca de comida ni casa.


*Sea también un llamado de atención a la Tenencia Responsable de Mascotas.

3 comentarios:

Daniela Riveros dijo...

Me gusto, creo que es una buena analogía, y no lo hacia siquiera pensado, lo tendré presente... ahora mas que nunca.

Unknown dijo...

La mayoría de las mujeres son, o mas bien somos alguna vez, perrito huacho. Aunque a mi no me ha pasado nunca, no hay que escupir al cielo. Creo que el problema se soluciona teniendo en mente lo que realmente uno quiere, que tipo de dueño uno quiere, y no entregándose al primero que parezca ser bueno, tiene que demostrar ser digno de nuestra persona, sino, chao pescao nomas, total siempre hay otra oportunidad.

Anónimo dijo...

Creo que me ha pasado, quizás no tan asi , pero pasa ... Lo importante como dice usted sensei, es que después de todo seas una hiena, y si no es así, mejor arreglárselas con las pulgas y la calle, mirar a ambos lados, porqué aún hay camioneros locos, que atropeyan perritos huachos.

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