La vida te da sorpresas

Anoche antes de quedarme dormida, miraba el poster mi gran amor platónica y pensaba en cómo sería tener sexo con él. Fuera de que sería una cuestión surrealista por todos los rollos que me he pasado con él, pensaba que objetivamente no le tengo mucha fe en cuanto a la calidad del producto. Y no me refiero al porte precisamente, si no que al know how del asunto, porque me tinca que el tipo es fome y más bien no lo sabe usar mucho. Sin embargo, al que ocupa el nº2 en la lista de amores platónicos, creo que simplemente el tipo es un dios del sexo...

El asunto de esta entrada es que independiente de los amores platónicos, cuando uno conoce a alguien por quien se siente atraído sexualmente, obviamente se pasa el rollo y aparece eso que llamamos "la tincá" y empezamos a especular: la debe tener grande, o chica o flaca o gorda. Le debe gustar violento o despacito, se me imagina medio fome... o simplemente, me tinca que se sabe el kamasutra al revés y al derecho. Es inevitable pasarse estos rollos y uno empieza a valerse de observaciones de como baila, como se sienta, el bulto en los pantalones y hasta como te mira. En fin... uno llega al momento con una serie de expectativas.

El problema es cuando uno tiene expectativas altas y en el momento, el supuesto Dios del Sexo se transforma en "la gran estafa" y uno lo único que quiere es agarrar sus cositas y mandarse a cambiar. Pero también tenemos el mejor de los casos, cuando uno va con las expectativas bien controladas y la filosofía del "mejor no hacerse ilusiones" y resulta que el Peor es nada pasa a ser el Mejor que todo y así como que ibas a la esquina, de pronto llegaste a las estrellas.

La cosa es que uno se lleva algunas sorpresas, y al menos yo me acuerdo de esa canción que cantaba Pedro Navaja, que en alguna parte dice una cosa así como "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida Ay dios!" la única diferencia será el tono con que se cante: voz de un triste funeral o voz de un alegre entierro.