jueves, 5 de agosto de 2010

La pérdida de la inocencia


Creo que he perdido mi inocencia. "Que novedad" pensarán ustedes, pero yo no me había dado cuenta hasta ayer, que hice explicito algo que venía en mi subconsciente hace rato. Fue algo de lo más cotidiano, pero mi reacción fue totalmente distinta, casi violenta. Es que nadie puede reaccionar de otra forma cuando se da cuenta de una estafa.

Para contextualizar el porqué fue de lo más cotidiano, confesaré que me encanta leer libros, fan fictions y ver películas de corte romántico. Normalmente soy feliz si la pareja en cuestión quedan separados (finales de lo más escasos) o simplemente, terminan juntos pero después de haber pasado las mil y una, sin que la cuestión se convierta en teleserie venezonala. Me gusta que la hayan pasado mal, no porque el mundo se los impedía, si no porque uno de los dos (o los dos) son unos pendejos y les encanta sufrir... lo encuentro más real. De hecho, mis novelas románticas favoritas en el mundo destacan el amor entre defectos humanos: "Orgullo y Prejuicio" (basta con el nombre, si no lo ha leído, vea inmediatamente la película) Cumbres Borrascosas (no sé cual de los dos es más odioso, si el perverso Heathcliff o la egoísta Catherine Lipton) e Inés del Alma Mía (de Isabel Allende, la Historia de Inés de Suarez que las hizo todas por el codicioso asqueroso conquistador, más conocido como el Gran Conquistador Pedro de Valdivia). Ah! y también de vez en cuando me da por escribir a mi también, a lo más Corin Tellado.

Mi punto es que ayer, aprovechando mi licencia, aproveché de leer un libro que andaba en la boca de todo el mundo "Hush Hush" de un ángel caído que se enamora de una adolescente. O sea de lo mismo que sea ángel o no (me pasa lo mismo con el señorito Edward Cullen, el vampiro más mamón de todos los tiempos), da lo mismo lo que sean, el punto es que son hombres, entonces si los quieren hacer más humanos no entiendo porque les coartan tanto el deseo... Además no entiendo como las protagonistas, por más teenager que sean simplemente no se tiran encima de ellos y se los violan, si se supone que son tipos increíblemente sexys y atractivo por donde se les mire. Llegué a la conclusión de que son medias frigidas, porque a los 16 uno tiene las hormonas más que revolucionadas... y aquí viene el gran pero a mi propia conclusión. A los 16 uno aún cree en el príncipe azul, y esa tontera te controla un poco las hormonas, porque no quieres perder la virginidad con cualquiera (al menos eso era en mis tiempos!)

Así que bueno, terminé el libro en cuestión y le comenté a una amiga, que quedó con el mismo sabor a poco que yo: tenemos que leer libros más de nuestra edad. O sea, tenemos 23 años (almost 24) y uno sabe más o menos que esperar. Es más, hasta te parece imposible la regla de las 25 coca colas*. Entonces en ese momento, descubrí que ya no puedo leer cosas tan romanticonas, así como puro amor por la vida... si en la realidad, NADIE vive de puro amor. Así que decidí que ya basta de meterle el dedo en la boca a las niñas más jóvenes, estos chiquillos con pinta de peligrosos, no son más que el Príncipe Azul disfrazado de motoquero.

En conclusión, mi punto era que ese, que uno pierde la inocencia cuando se da cuenta que Nadie vive de puro amor.



*25 coca colas, serían las 25 citas sin tener sexo. No me pregunten a mi que se hace en 25 citas sin tener sexo, yo no la inventé.

1 comentarios:

Megumi Kurogane dijo...

se me hace familiar lo de las 25 coca colas y es un asco!!!
nadie puede

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